Apr 18, 2007

HOLA A TODOS NUEVAMENTE, ACÁ OTRO REGALO EXCLUSIVO, ES EL TEXTO QUE NOS MANDÓ RUT, PARTICIPANTE DE ROSARIO, COLEGA Y LICENCIADA EN FILOSOFÍA:

La danza mutilada: Frankenstein

por Rut Pellerano

Este artículo intentará formular algunos cuestionamientos al proceso de creación en la danza contemporánea tomando como excusa la novela de Mary Shelley “Frankenstein”, no pretende ser, por lo tanto, un estudio erudito de esta novela sino sólo la utilización de algunas imágenes que nos permitan formularnos ciertas preguntas. A su vez, estas preguntas no tienen respuesta, en todo caso sería éste el lugar desde dónde pensarlas, darles lugar, forma.
Teniendo en cuenta esta salvedad daremos un sucinto panorama de este libro y su autora. Mary Shelley cuenta con escasos 19 años cuando escribe esta historia. Hija de destacados intelectuales, su madre muere al nacer ella; con 17 años se escapa con el poeta Percy Shelley y viven una vida nómade e intensa hasta la muerte del poeta ocurrida ocho años después.
Frankenstein es concebido en una noche de aburrimiento bajo el desafío de quién lograría escribir una historia que pudiese helar la sangre de los que la escuchan.
La historia de Víctor Frankenstein y el origen de la criatura –de la que Víctor es el creador- se cuenta como relatos dentro de relatos. El primero de ellos es realizado a través de la figura de Walton, este espíritu pionero que pretende llegar al polo norte. En el transcurso de la expedición se encuentra con Víctor Frankenstein que está persiguiendo al monstruo y se inicia allí el segundo de los relatos que es la historia de los orígenes de este “cuerpo” de horror y las trágicas consecuencias de su creación. Dentro del segundo relato nos topamos con el tercero que es la narración que hace la criatura misma, quien devela sus desventuras en el medio de una humanidad que lo excluye por el espanto que su sola presencia suscita. El monstruo, la criatura es presentada a la vez como buena y malvada. “Reúne en sí todos los comienzos: los del conocimiento, de la sociedad, del gusto, del lenguaje pero a su vez la angustia de la criatura es la más alta ya que es el creado sin familia, sin patria, sin infancia, un excluido doblemente abandonado por Dios: ya que no lo ha creado y contra quién ha sido creado”. (J. J. Lecercle)
En la relación que pretendo establecer con la danza voy a utilizar el texto en dos niveles, en primer lugar en lo referido al acto de creación y en segundo lugar cómo Frankenstein y su criatura terminan fundidos en uno, es decir, que pueden ser pensados como un reflejo de espejo.
Todos recordamos como es concebida la criatura, Víctor Frankenstein junta pedazos de cuerpos muertos, los une y reúne hasta lograr dar forma a la entidad que ha concebido en su mente. Dice el relato: “una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloque a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombriamente, y la vela casi se había consumido, cuando a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo.
¿Cómo expresar mi sensación ante esa catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado? Sus miembros estaban bien proporcionados y había seleccionado sus rasgos por hermosos. ¡Hermosos!: ¡santo cielo!, su piel amarillenta apenas ocultaba el entramado de músculos y arterias; tenía el pelo negro, largo, lustroso, los dientes blanquísimos; pero todo ello no hacía más que resaltar el horrible contraste con sus ojos acuosos, que parecían casi del mismo color que las pálidas órbitas en las que se hundían, el rostro arrugado, y los finos y negruzcos labios…”
En el momento que leía esto me asaltó una pregunta: ¿es acaso la danza el producto de una suma de cuerpos muertos? Hermosos, si, cuerpos que fueron seleccionados por la perfección de sus formas, por la habilidad de sus movimientos pero que solo dan como resultado un monstruo. Un monstruo sin vida, cuerpos sin historia……
Con la misma brusquedad con que expreso esta idea fue pensada, así irrumpió en mi mente y me conmocionó. Y es esta una de las preguntas en la que me gustaría pudiésemos reflexionar juntos y cuestionarnos sobre el quehacer de este arte.
¿Es la danza una reunión de seres desintegrados? ¿Una extraña re-construcción anatómica de cadáveres? Sería la más extraña de las paradojas que la danza, este arte cuya manifestación se nos presenta como intrínsecamente vital, escondiera en sí una reunión fragmentaria, sin vida. La presencia de cuerpos despedazados.
Deliberadamente hablo de “cuerpos” y no de bailarín. De lo que rápidamente podemos concluir que si el bailarín es un mero “cuerpo” o “su” mero cuerpo, entonces, este cuerpo que es prestado a la danza conformará un monstruo. No podremos hallar en él el registro del aliento: su historia, su sensibilidad. Menos aún podremos concertar un “encuentro” compositivo, la hechura sólo será una mera apariencia ya que cada “parte” intentará torpemente fundirse en un todo pero el único objetivo que podrá tenerse en común será el de subsistir. Así la danza se nos presenta mutilada, carente de vida en su reunión de partes.
Y aquí nos topamos con el segundo eje desde donde formularnos nuevas preguntas. Y así como Frankenstein y la criatura están ligados entre sí por la naturaleza de su relación así podemos vincular la relación coreógrafos/bailarines por un lado con la criatura de su invención, en este caso la obra de danza, por otro.
La obra quiere reunir en sí su estructura a la vez hecha de pedazos y despedazada. Conservar su integridad. ¿Cómo lograrlo si los cuerpos sólo le son prestados? Que la obra de danza “tome cuerpo” implicaría romper esta relación de espejo entre la criatura y su creador. Al mirar su creación Frankenstein ve una imagen encubierta de sí, un yo negado pero con el que aspira a re-unirse. Sin embargo ¿Qué es lo que le reclama el monstruo a su creador? Le reclama estar vivo, ya no ser la imagen distorsionada del otro, sino ser “otro”, un nuevo ser, que se presenta en forma completa a la mirada de los demás.

1 comment:

Anonymous said...

hola, quizá éste no sea el espacio adecuado para preguntarles esto, pero no encuentro una dirección de mail a donde escribirles!. Viajo a Buenos Aires el año que viene (soy de Perú) y deseo seguir con mis estudios de performance y danza por allá, qué lugares, talleres, maestrxs, escuelas me recomiendan?. Puf no saben como les agradeceré los datos si los tuvieran
mi correo: aronncs(arroba)hotmail.com
seguiré chekando el blog, está genial!
Arón.